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viernes, 18 de marzo de 2011

¿POR QUÉ LA CULEBRA ENAMORADA SE ENROSCA?

Original de YulkyCary.

Para recibir la llegada de la primavera la culebra entusiasmada, se preparo para el baile que celebraba la llegada de tan especial estación del año. La culebra se vistió poniéndose verdaderamente culebrísima.

Selecciono un rayo de luna, ciñendolo ceñirlo a su cuerpo larguísimo y movedizo. Decoro su diminuta culebri-cabeza con finísimas peinetillas de guijarrazos encintados con luces de estrellas.

Seleccionando flores del camino para hacerse un bello un ramillete compuesto con Albahaca, Siemprevivas y rojos Geranios. Rematando así un adorno de cintas que sujetaba el ramillete a su culebrota cabeza. Todo esto se lo parapeto la Culebrí porque estaba enamorada. Enamoradísima nada más, y nada menos que del verde Camaleón.

La Culebrí se arregló con tanto esmero para asistir junto a él, a la especial celebración en medio del monte cubano. La Culebrí estaba tan entusiasmada que se esmero para lucir de lo lindo una culebrísima primorosa hasta el detalle. Porque quería encantar al Camaleón, y así conquista al Camaleonísimo.

Para asegurarse que estaba estupenda se miro en un reflejo del sol encontrándose ¡Matadora!. Estaba tan entusiasmada que se puso a pensar, pensativamente, pensando pensó que él llegaría a buscarla en una concha de mar con rueditas de sándalo perfumando todo el camino para llegar a su casa.

También se ilusiono asegurándose que el Camaleonísimo llegaría con un trajecillo de hojas silvestres, confeccionado por las creativas lagartijas que en aquel entonces eran las mejores costureras.

Sin dudas el Camaleón luciría calzado de algas marinas acordonado con bajuquillos silvestres. ¡Elegatísimo! llegaría a buscarla, vestido de muy buen gusto, hasta con guantes finos de tela de arañas tejedoras apoyándose en un bastoncillo de palo-rosas.

La Culebra Culebrilla, tanto piensa pensó que se desesperaba según iban pasando los minutos, esperando a su compañero de baile.

Suspirando, nerviosilla, se desplazaba ligera por el reverdecido valle, caminaba, retrocedía entrando, y saliendo de su cueva. Así iba y venia la elegante Culebrota a la espera del flamante pretendiente. Así suspirando la resplandeciente soñadora, soñi-pensaba y aseguraba que de sombrero traía un hermoso lucero del séquito de la luna.

¡Huy! El Camaleón, llegaría con un exclusivo tocado para tan especial encuentro. Entre suspiros esperanzados de Culebra enamorada la imaginativa damisela se creo mentalmente una fantaseada imagen en total correspondencia con su ilusión loca.

¡Ay! Culebra, culebrí-culebrísima esperanzada con fantasiosos sueños de amor. Pero de pronto en su ir y venir, quedóse ¡Patitiesa! ¡Pati-confusa! ¡Pata paralizada!

Descamaleonándosele todas las esperanzas cuando apareció el Camaleón, con su cuerpo pelado, asomándose por la puerta de la cueva. ¡Sofocadísimo! ¡Todo transpirado! y algo malhumorado por el tremendo calor que había en los campos cubanos.

Así se le vio sofocado con un pañuelo rojo amararrado al cuello, que sacaba inesperadamente y lo volvía a guardar, para secarse el sudor.

La culabra culebrilla lo vio, sin adornos, y tanto se somprendió, tanto se molesto, que la culebra se enroscó, virándole molesta su Culebri-cabeza por lo que el pretendiente sin entender nada, nerviosamente comenzó a cambiar de color por el rechazo de la Culebrilla y por la la vergüenza, que su desprecio le motivo.

El Camaleón fue del rojo al amarillo, del amarillo al violeta, del violeta al azul para quedarse en un festival de verdes. Camaleón se puso verdí, verdí seco, verdí azulado, y verde limón.

Para después de un buen rato, in mediar palabra, saltar, ganando las ramas altas y bajitas de los árboles, ante el dolor de haber sido despreciado por la Culebri-culebrísima que ni le miraba, ni palabra decía. Y seguía enroscada.

El Camaleón salió de la cueva y salta, que te salta, se alejo del lugar, y aún así se le ve saltando, mudando de colores con su pañoleta al cuello. Sin saber todavía por qué la culebra silenciosamente se enrosca cuando le ve llegar.

El Camaleón todavía no lo sabe, no sabe nada, nada de nada, el todavía no sabe, ni se imagina por qué la culebra enfurecida se enrosco… Y todavía se pregunta por qué la Culebra se enrosca. El Camaleón no lo sabe, ni se lo imagina. ¿Tal vez lo sabe usted?

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